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¿De la educación a distancia a la educación en línea? ¿Continuidad o comienzo?

Artículo | 2010 | Por — 

Fabio Tarasow 
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Apuntes para la discusión

Desde sus orígenes, en la era industrial moderna, la educación a distancia cobró existencia y se definió a partir de lo que no es educación presencial. Las diversas propuestas de EaD sucedidas históricamente utilizan los medios tecnológicos disponibles en cada época para intentar reconstruir de manera artificial las formas y procesos en que se concebían los procesos de enseñanza.

La distinción entre ambas era clara y terminante: la educación a distancia, comprende el conjunto de experiencias educativas, en la que la díada educador-educando se encuentra separada por coordenadas espacio temporales, a diferencia de la educación presencial caracterizada por la concurrencia de las coordenadas espacio temporales del profesor-alumno, en un espacio determinado a esos fines, bajo un marco institucional.

Según Fainholc (1999), lo que define en esencia a la educación a distancia son dos elementos principales:

  • La separación física del profesor/alumno.

  • El control volitivo que el alumno asume del proceso de aprendizaje.

La “distancia” es el elemento central y definitorio, lo que la distingue cualitativamente de la educación presencial. La distancia hace referencia a la separación, del educador-educando, pero al mismo tiempo, el educando se encuentra alejado de sus compañeros de estudio y de los recursos de aprendizaje.

Una rama en la evolución de la educación a distancia es la que propicia la utilización de los recursos tecnológicos para generar condiciones que emulen las condiciones del aprendizaje presencial. Así, en tanto la enseñanza es concebida como la transmisión de la información del docente hacia el alumno, la tecnología de la edad moderna (a partir de la organización de los correos combinados con sistemas confiables eficientes y rápidos de transporte como el tren) propició el escenario para las primeras experiencias de educación a distancia vía el transporte de la información en libros.

El papel de la tecnología a partir de ese momento quedó designado a encontrar los medios más eficaces para emular la situación de enseñanza-aprendizaje que se deba en las situaciones presenciales.

La “distancia”, (de la educación a distancia) desde esta perspectiva, se entiende como un elemento negativo, como un “espacio vacío”, que debe ser llenado a través del uso de la tecnología. Grosso modo, en tanto más refinada, interactiva y dialogal fuera la tecnología utilizada, el espacio entre profesor y alumno tendería a reducirse, y así la brecha entre educación presencial y educación a distancia.

De esta forma, cada nuevo desarrollo tecnológico permitió generar una nueva ola de entusiasmo que acentuaba las creencias en el potencial de la educación a distancia. Tanto el ferrocarril que transportaba regularmente el correo, hasta el fax, la radio, la televisión y la videoconferencia, han despertado a su tiempo expectativas respecto del poder que tendrían en modificar sustancialmente la educación a distancia, ya que cada nuevo desarrollo tecnológico permitía un contacto más “vivencial” y “estrecho” entre el profesor y los alumnos.

Durante la “primera burbuja” de internet, (1998-2001), la incorporación de las tecnologías de red movilizó una parte importante de la industria educativa, tras conceptos como E-learning, y educación virtual, que se ofrecían como la nueva etapa superadora de la educación a distancia utilizando los servicios disponibles en la web, dejando traslucir un marcado optimismo del potencial que brindaban las nuevas tecnologías. Sin embargo, diferentes estudios, revelan que a pesar del entusiasmo con que se expandieron estos conceptos pocos fueron los cambios producidos, instalándose una etapa de desconfianza hacia la aplicación de las nuevas tecnologías, acentuada a su vez, por la retracción del mercado y la escasez de capital para iniciar nuevos emprendimientos, como consecuencia del fin de la primera burbuja de internet en el año 2001.

Según Sherry, estos fracasos pueden explicarse cuando se reconoce el modelo pedagógico que subyace al diseño de proyectos de educación a distancia. En las diversas propuestas se reproduce un modelo en el cual el conocimiento radica en el profesor, y es transferido a las locaciones remotas para ser incorporado por el alumno. Es aquí donde se destaca “la distancia” de la educación a distancia, y el papel que se le asigna a la tecnología.

Durante la etapa de retracción en las inversiones en internet posterior a la caída de los mercados, (2001-2004) comenzaron a surgir pequeñas aplicaciones que desembocaron en el desarrollo de la denominada “web 2.0”, cuyo rasgo distintivo es la facilidad que brinda a los usuarios de internet de interactuar para crear contenido de manera conjunta, intercambiar material, y establecer diversas vías de comunicación y el establecimiento de redes sociales. El desarrollo de la web 2.0 permite pasar de un modelo comunicativo de “broadcasting” de “pocos a muchos” (que reproduce el modelo de difusión de los medios tradicionales), a uno que permita la relación muchos a muchos, la formación de redes sociales, en la que la creación de los contenidos se da por la interacción horizontal de los usuarios.

La posibilidad de facilitar la interacción entre pares, coincide con teorías y modelos pedagógicos y psicológicos, que durante el siglo XX dieron cuenta de otras formas de entender el aprendizaje y la enseñanza que se desprendían del modelo del profesor emisor de conocimiento-alumno receptor pasivo. Pueden mencionarse las teorías constructivistas y socio históricas los modelos de aprendizaje colaborativo entre pares (peer to peer).

A estos modelos del campo educativo y psicológico se agregan los aportes que desde otras áreas, como las de gestión del conocimiento, y la formación de las comunidades de práctica entre otras, dan cuenta de la circulación de la información y la construcción del conocimiento en las organizaciones y comunidades.

El entrecruzamiento de estas teorías con las facilidades de interacción desarrolladas en la web, permite concebir un uso de la tecnología no centrado en “acortar las distancias” (llenar el vacío de la educación a distancia) sino para proponer un nuevo escenario, un entorno de enseñanza, una nueva dimensión que permita el desarrollo de los procesos de construcción del conocimiento a través de la interacción entre pares, con las fuentes de información.

De esta forma, el uso de la tecnología no pretende reemplazar ni emular los procesos de educación tradicional centrados en la transmisión de información sino que pretende crear nuevos espacios (entornos) para fomentar los procesos de comunicación y construcción del aprendizaje. En estos entornos de aprendizaje profesor y alumnos desempeñan roles diferentes a los tradicionalmente asignados.

La construcción de los entornos de aprendizaje en línea se proponen como espacios alternativos para la construcción del conocimiento, que pueden ser utilizados tanto para concebir procesos de educación a distancia, como también para emplearse en procesos presenciales. Se rompe de esta manera la dicotomía educación presencial/educación a distancia, ya que los entornos en línea se ofrecen como espacios paralelos a ambas modalidades.

Los procesos educativos en línea generados a partir de las interacciones en espacios mediados por tecnología y la aplicación de un nuevo marco pedagógico no son un sustituto de la educación presencial, sino que se presentan con una fuerza y características propias. Se rompe la dicotomía de educación presencial vs educación a distancia. García Aretio menciona en su último libro la idea de transición de una educación “a distancia” a una “educación sin distancia”.

El impacto de la educación en línea a través de los entornos de aprendizaje sobre ambas modalidades, genera en el campo de la educación a distancia tradicional, una serie de tensiones en lo que se refiere al diseño de los procesos de enseñanza, la intervención de los docentes, la evaluación de la calidad de estos entornos de enseñanza.

Al crear nuevos espacios para la interacción educativa, la tecnología trasciende el papel de auxiliar didáctico que usualmente le asigna la tecnología educativa. La tecnología deja de ser un medio, o recurso didáctico y se convierte en la plataforma misma en la que se desenvuelven las acciones educativas. En el nuevo espacio, se generan nuevas reglas de interacción, de intervención pedagógica y nuevos procesos de negociación y construcción de significados. Estos espacios proponen un cambio en el estatus ontológico de la tecnología en la educación. El cambio involucra modificaciones en dos sentidos, por un lado los preceptos teóricos que fundamentan la acción educativa y por otro los espacios en que se desarrolla esta actividad.

Es posible sostener que los sistemas educativos están organizados hasta el presente a partir de este modelo dicotómico de presencialidad-distancia, (una vez más donde la distancia es la no presencialidad). Existen sistemas, reglamentos, normas, formas de evaluación para cada uno de estas instancias educativas irreversiblemente separadas.

Sin embargo, el pensar en el nuevo espacio de interacción (donde la distancia/no distancia no sea el eje definitorio de la modalidad) genera preguntas e interrogantes en diferentes niveles, actores e instituciones educativas.

¿Qué correlato tiene en la organización de los sistemas educativos la aparición de un nuevo espacio de interacción? ¿Cómo estos sistemas (dueños de su ritmo particular) se acomodan, permean, filtran y se transforman a los dinámicos cambios tecnológicos? ¿Cómo este nuevo espacio se refracta y se refleja en el interior de las instituciones educativas?

Los procesos educativos mediados por tecnología (educación virtual) se conciben como educación a distancia, esto es, quedan acotados y definidos por la dicotomía mencionada más arriba y abordados a partir del marco conceptual y normativo que los sistemas de educación generaron para incorporar a la educación a distancia

Sin embargo, si se entiende a la educación en línea como un espacio independiente, su aparición plantea en los diferentes órdenes del gobierno del sistema educativo desafíos que deben resolverse. El surgimiento de nuevos espacios de interacción pedagógica, poseedoras de una dinámica de cambio propia, donde se ponen en juego concepciones alternas del aprendizaje, del rol de los alumnos y docentes, provoca tensiones sobre el sistema “tradicional” de la educación presencial, y también de la educación a distancia, ya que no existen herramientas conceptuales, y normativas en el interior de estos sistemas que puedan dar cuenta de esta nueva realidad.

Vale la pena señalar que por defecto no toda propuesta educativa que se ofrezca vía internet debe entenderse como “educación en línea”, ya que estas propuestas deben estar formuladas respetando las ideas mencionadas más arriba. Existen también en el mercado ofertas educativas que siguen siendo de educación a distancia (utilizan la tecnología como medio de suplir la ausencia del emisor de contenidos, de decir, buscan soluciones tecnológicas que faciliten el broadcasting).

Entonces, los espacios de la educación en línea no sólo plantean cambios a nivel político, sino que también generan un vendaval de decisiones al nivel de las instituciones. ¿En qué consiste un campus virtual? ¿Cuál es el rol de los profesores y de los tutores? ¿Por qué existen profesores y tutores como tareas separadas? ¿Cómo se observa y se evalúa un campus virtual? ¿Cómo se toman decisiones? ¿Cómo interactúan y se entrelazan en un modelo de educación en línea los aspectos tecnológicos y pedagógicos? ¿Cómo se reconcilian estos dos universos que suelen ser instancias separadas dentro de las organizaciones? ¿Cómo se forman al personal docente que opera en el campus?

 

Referencias bibliográficas

Fainholc B. (1999). "La Interactividad en la educación a distancia." Paidos, Buenos Aires.

Sherry, L. (1996). "Issues in Distance Learning". International Journal of Educational Telecommunications, 1 (4), 337-365. http://www.puw.pl/downloads/docs/issues.pdf

García Aretio, Lorenzo (2007); De la educación a distancia a la educación virtual. Editorial ARIEL, Barcelona.

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