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Al salvataje de los millenials: Socializar, consumir, educar y ejercer poder en el mundo de la Generación Y.

Artículo | 2018 | Por — 

Christian Milillo, Fabio Tarasow, Mónica Trech 

Los millenials, o Generación Y, es una categoría que se utiliza para agrupar a los nacidos entre  principios de los ochenta y fines de los noventa, quienes hoy tienen entre 18 y 38 años. Pero… ¿podemos describir de una misma forma a todos los nacidos en estas décadas? Desde el PENT nos preguntamos sobre la existencia real de la generación millenial. Sin duda mucho depende de factores como el lugar donde viven, su estrato social, educación, etc. Como toda generalización, se trata de una cuestión delicada pero, aún así, podemos animarnos a hablar de individuos que, con toda su diversidad, han vivido una época de grandes cambios tecnológicos, que ha impactado en la forma de ver el mundo y trabajar de la humanidad. Son personas fuertemente atravesadas por la tecnología y que la perciben como un territorio donde desarrollarse. Viven hiperconectados, pueden trabajar, vivir y socializar en múltiples plataformas, se adaptan a los cambios con facilidad, les gusta aprender de forma más autónoma, en línea y a su ritmo. Mostraron a la sociedad que se puede hacer varias cosas al mismo tiempo.

Estas nuevas lógicas, afectan por ejemplo, las prácticas de consumo donde las valoraciones de los usuarios son clave a la hora de comprar, vender o publicitar. En algunos ámbitos, como el turismo o los transportes, la opinión del otro se volvió fundamental para elegir un producto. Las marcas ya no están consiguiendo llegar a los compradores de esta generación con publicidad tradicional sino a través de influencers o recomendaciones en las redes.

La importancia de los millenials no se agota en su lugar de consumidores. Hoy, ya están ejerciendo puestos de poder, tanto en el sector privado como público. En este último, es notoria la relevancia que ha cobrado el manejo de la comunicación y las redes sociales atravesando toda la política en el mundo. Muchas de las figuras jóvenes que ocupan estos puestos construyeron su popularidad en las redes sociales, un terreno donde la lógica de la imagen o el debate maniqueo son cada vez más dominantes. ¿Cuánto de esta dinámica afectará la forma de gestionar, legislar y tomar decisiones en las futuras generaciones? Probablemente dependerá del desarrollo de las capacidades para hacer un uso valioso de estas tecnologías. El hecho de haber sido atravesados por la lógica digital e hipermedial desde muy temprana edad no significa que hayan construido por sí mismos una mirada crítica ni que desarrollen automáticamente la capacidad de valerse de las tecnologías para mejorar su desarrollo profesional. Es necesario acompañarlos y ayudarlos a construir estas habilidades.

En este sentido, también será necesario una fuerte trabajo de capacitación para desarrollar el potencial de esta generación como educadores, para que puedan trasladar sus aprendizajes empíricos a través de materiales hipermediales, con narrativas transmedia, intercambio por redes y estrategias de trabajo colaborativo, incorporando las tecnologías a las estrategias de enseñanza. Para lograr esto, será clave la calidad de la formación docente que reciban para lograr modificar el ciclo de enseñar como les enseñaron. Estos jóvenes tienen un gran potencial que requiere ser desarrollado. No podemos dejarlos solos a la deriva, pensando que podrán por sí mismos desarrollar estas habilidades. En este sentido, el desarrollo de experiencias inmersivas para la capacitación de estos futuros docentes, el uso de la gamification y las lógicas de los juegos para diseñar entornos de aprendizaje, son caminos posibles que tienen mucho por delante, para explorar, valorar y validar.

Las redes y las tecnologías tienen la capacidad de concentrar y amplificar muchas características de nuestra sociedad. Pueden utilizarse como un espacio de construcción y de apoyo, pero para eso tienen que ser apropiadas por los usuarios y ser utilizadas para esos fines. En sí mismas las tecnologías no nos hacen más solidarios ni más colaborativos. De hecho, el espíritu de la época, a través de los modelos económicos y sociales preponderantes, no apunta a fomentar los valores solidarios sino, por el contrario, el individualismo a veces descarnado. Creemos que hay otros modos de desarrollar la solidaridad en las nuevas generaciones, usando las tecnologías digitales como una forma de acercarnos al otro y tender lazos de intercambio y crecimiento mutuo.

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