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Protoposteo alusivo a la lectura y TIC con la Feria del Libro como telón de fondo

Opinión 3 de Mayo de 2010

Aneris Casassus, periodista del diario Clarín, me contactó para mantener una entrevista sobre mi opinión respecto de la lectura y las TIC. Me imagino que algo tiene que ver la Feria del Libro en esto, así que aproveché la charla con ella para dejar registro de algunas ideas que me gustaría compartir con ustedes.
Es decir, esto que sigue ni siquiera llega a tener el estatus de un posteo de blog, que son para mí la expresión relativamente rápida y breve de algunos pensamientos con alguna coherencia. Esto vendría a ser un protoposteo, esperando alguna vez convertirse en posteo elaborado, que podría en el caso supuesto de que todos los planetas, las estrellas, cometas y asteroides se alineen en sus órbitas devenir capítulo de libro.

Usualmente escuchamos frases como “por culpa del sms los chicos están perdiendo el idioma”, o “por culpa de las computadoras los chicos no pueden hilvanar o entender un texto”. También existen versiones espejadas que proclaman que gracias a las tecnologías podemos hacer las cosas muchísimo mejor. Ni una ni la otra. Las tecnologías no causan ni perdida de lectura, ni caída del pelo... tal vez sí un poco de barriga. En todo caso, deberíamos pensar en cómo socialmente le asignamos sentido a las tecnologías y no que ellas nos "imponen" cosas.

Entonces, ¿por dónde pensar alguna clase de relación entre "la lectura" y las nuevas tecnologías? Se me ocurre que como primera idea deberíamos tratar de definir qué entendemos por leer. Pienso en la lectura en un sentido amplio. Leer como la acción que nos permite entrar en diálogo con el otro, de representarnos sus ideas a través de las palabras. La lectura nos permite entrar en contacto con otros... (o con nosotros mismos)
¿Qué es entonces lo relevante? ¿El acto de leer desde alguna interfaz (libro, pantalla etc.) o la posibilidad de entrar en comunicación y contacto con la idea de los otros.

La acción de leer como acto de estar en contacto con las ideas del otro tiene su contraparte en la posibilidad de transmitir mis propias ideas y comunicarme. ¿Qué sucede cuando existe una asimetría muy grande entre ambas, cuando sólo recibo y no tengo posibilidad (o a nadie le importa lo que yo tengo para transmitir?). Retomando la idea de lectura como posibilidad de compartir las ideas, entonces podríamos decir que en la actualidad se nos abre una muy amplia gama de posibilidades discursivas para comunicarnos: escribir, dibujar, fotografiar, videar... transformar. Esto acrecienta la responsabilidad de que cualquier ciudadano debe ser capaz de expresarse en varias de estas posibilidades discursivas desde la lineal textual hasta de manera multimedial.
El libro es una tecnología y una interfaz maravillosa, que ha sido de gran utilidad durante algunos siglos ya que condensa la posibilidad de transportar ideas en un formato muy conveniente, durable, transmisible, que no requiere manutención, ni energía... Pero en la medida de que otras tecnología empiecen a superarlo con estas ventajas tendremos que acostumbrarnos a pensar la lectura desde otras interfaces como modos primarios y privilegiados de acceder al conocimiento.

¿Por qué cuándo se dice que leemos menos nos referimos a libros exclusivamente? Me atrevería a pensar por ejemplo que no toda lectura de libros u otro material impreso sea buena per se. Hay libros que hasta pueden llegar a ser nocivos, y no me estoy refiriendo a obras de dictadores y genocidas sino a populares libros de vedetillas de baja monta que ofrecen rimas tan elaboradas como la celebérrima “mi mamá me mima”. Entonces, me pregunto: ¿Será que leemos menos? ¿Será que leeremos menos libros?
¿Será porque los libros se han convertido en objetos de lujo que se venden al equivalente de su precio en euros, cuando nuestros ingresos son sólo en modestos y autóctonos pesitos?
¿Será que la cultura se ha convertido en una industria, donde el marketing, el packaging empiezan a dictar aquello que debemos leer? ¿Será que estos modelos comerciales están favoreciendo que los libros con que nos topemos sean inocuos y pasteurizados? Creo que todos ya hemos experimentado esto: la carne de la vaca fabricada en un feed lot no sabe igual que la carne de nuestra ya casi extinta libre vaquita de las pampas.
¿Será que no circulan tanto los libros porque prácticamente ningún municipio o inclusive institución académica de nuestro país cuenta con una biblioteca pública digna, que sea más que un aguantadero de libros polvorientos donados por viudas descorazonadas? ¿Una biblioteca que sea entendida como un centro de información en la que haya tanto libros como otras formas de la comunicación humana?

A veces, cuando estoy en otros países, me doy cuenta de la diversidad y de la posibilidad de periódicos que se pueden escoger para leer. ¿Será que estamos leyendo poco el diario como una estrategia para defendernos? ¿Será que ya no confiamos en nuestras instituciones de prensa como capaces de ofrecernos algún aspecto de la realidad sin que sea un texto panfletario?

¿Por qué no ejercemos tanto el acto de leer? ¿Será porque socialmente hay menos estímulos para la lectura, (en sentido amplio de entrar en contacto con otros)? ¿Cuáles son los espacios que tenemos actualmente para diálogos y debates? (Más allá de las reuniones de consorcio) ¿Cuáles son los modelos socialmente exitosos?
¿Por qué en la Argentina no existe un periódico pensado para niños? Pensado y concebido de modo que sea entendido por ellos y que se convierta en la puerta de entrada a lectores adultos y maduros? ¿Por qué ni siquiera ofrecen una versión en línea de tal producto

Mi experiencia de lectura en la escuela quedó siempre asociada a lo aburrido, tedioso e insufrible.(Tener que fumarse El cantar del Mío Cid y todo poema medieval hispánico en la secundaria (como ahora que está resonado en mi cabeza el “Afuera, afuera Rodrigo, el soberbio castellano”, pueden visitar este link para recordarlo completo http://www.poesia-inter.net/indx0018.htm y nunca conocer a los autores argentinos contemporáneos. Por suerte mi experiencia de lectura placentera había empezado muchos años antes en casa.

Entonces, creo que no deberíamos rasgarnos las vestiduras por estas frases tan empirifolladas como “las nuevas tecnologías están matando el hábito de leer”, y sí prestar más atención a cómo nuestra organización social (con todo lo que ello abarca) es la que está desestimulando el hábito de la comunicación significativa. Se venden menos libros, que se curtan, que los bajen de precio. Que dejen de forrarlos con el film plástico si como nuestra curiosidad en las librerías a hojearlos y desearlos fuera a infectar a los libros de alguna enfermedad terminal.
Pensemos sí en las TIC como posibilidad de abrir nuevas formas de escribir, de comunicar. Formas que tienen su propia lógica, dinámica, y semántica. Nos podemos enriquecer explorando y descubriendo estas posibilidades.

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