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Internet, bien público y privacidad: ¿La lucha continúa o recién empieza?

Opinión 23 de Abril de 2009

Facebook, MySpace, Twitter, MSN ... y la lista sigue... Finalmente aquello que se denominó Web 2.0, que manejamos como un discurso "teórico" durante unos meses, desembarcó en los hábitos cotidianos de la gente. Los titulares de las noticias no dejan de dar cuenta del aumento incesante de usuarios. Esto no es más que la puesta en práctica de todo aquello sobre hablamos sobre el potencial de la Web. La Red se nutre ahora de los contenidos producidos por los usuarios, Internet es utilizado como un espacio de diálogo e interacción.
Celebro la incorporación de millones de usuarios a la Red en el rol de creadores de contenido como un primer paso en la apropiación de este espacio. La idea de lo que se puede hacer, comunicar y producir en la Red va encarnándose en el imaginario popular. Sin embargo avanzamos a tientas sin mucha idea de los pasos que estamos dando o hacia dónde estamos yendo y cuáles son los precipicios nos rodean.

Si como creemos Internet debe convertirse en un espacio común, un bien público de la humanidad, tal vez deberíamos empezar a preocuparnos que gran parte de estos intercambios entre las personas se estén realizando dentro de espacios privados. Todo lo que circula por Facebook, Twitter y todos los webmails que usamos a diario son espacios brindados por empresas y cuyo objetivo como empresas es obtener ganancias. Ni Google, ni Facebook ni Twitter son instituciones filantrópicas. No hay que pensar todo el tiempo en teorías conspirativas, pero tampoco tener vendados los ojos. A mí, personalmente, me genera escozor que una gran parte de los intercambios que la gente realice en Internet sean canalizados bajo el espacio o plataforma provista por un número muy reducidos de empresas.

Creo que es tiempo de pensar que aquello que argumentamos a la hora de utilizar un sistema operativo de código abierto debería aplicarse también a nuestras interacciones por la red. No sólo ahora producimos algo con una computadora que se maneja con un sistema operativo del cual no podemos conocer su código íntimo (Windows o Mac), sino que ahora toda nuestra comunicación y producción con los otros se realiza dentro de plataformas ajenas a nuestro dominio o control, de la cuales no podemos saber ni su funcionamiento, su código, o lo que sucede con nuestros datos y producciones compartidas.

Nada es natural, todo lo que hacemos con nuestras computadoras son elecciones. Desde el software hasta la navegación, lo que compartimos y decimos. No siempre somos conscientes de estas elecciones, y muchas veces se nos esconden adrede. Pero ser consciente de lo que se elige, y poder empezar a pensar en las consecuencias de estas elecciones es un buen paso de inicio en el camino de ser ciudadanos digitales críticos.

Hemos descubierto la posibilidad de interactuar a través de la Red, pero debemos tener presente que la forma en que lo hacemos es como en una gran Cámara Gesell, sin saber quien, por qué y para qué está detrás de los espejos. No pretendo ser alarmista ni agorero pero el salto a la apropiación de la Web como un espacio de interacción nos tiene que mantener en alerta para lograr que estos espacios sean en verdad públicos y abiertos, retomar los ideales del software libre y expandirlo al entorno de la Red.

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