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Educación en línea, encuentros en la distancia.

Ponencia | 2018 | Por — 

Fabio Tarasow 
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Hay un punto en común que reúne a las distintas exposiciones de esta mesa y es qué pasa con el encuentro más allá de la distancia. En el “Proyecto de Educación y Nuevas Tecnologías” (PENT FLACSO Argentina), del que soy coordinador, desde más de 15 años reflexionamos acerca de qué significa usar tecnologías en educación. 

Desde nuestra perspectiva, una propuesta de educación en línea pone en juego el encuentro y no la distancia. Concebir la distancia como un problema es propio del modelo de educación en línea, que consideraba a la educación como transmisiva (un/a docente lejos de un/a estudiante al/a que debía hacerle llegar un conocimiento) y que las nuevas tecnologías podían sustituir la no presencialidad. 

A principios del siglo XXI, la web también se presentó como una alternativa mejor para transmitir información. En la actualidad, muchas de las propuestas educativas continúan basándose en la idea de que el conocimiento es una transmisión de información de un lado hacia el otro. 

Sin embargo, algunos equipos de trabajo nos apropiamos de estas plataformas pensadas para la educación a distancia y empezamos a forzarlas, a dejar de usarlas simplemente para transmitir información y, en cambio, aprovecharlas como un lugar de encuentro entre los participantes, como un espacio de diálogo en el que construir, en el que aprendemos haciendo, dialogando, y en compañía de los/as otros/as. Es decir, para aprender no basta con leer o escuchar. 

Ahora bien, cuando hablamos de encuentro surge una pregunta: ¿encuentro de qué? En nuestros proyectos habilitamos la posibilidad de que el encuentro con las personas esté, al mismo tiempo, vinculado a la construcción del conocimiento y a la formación de una comunidad que está aprendiendo. Es decir, abrimos la posibilidad de que pueda haber un verdadero acercamiento entre las personas que están compartiendo una trayectoria de aprendizaje. 

La siguiente pregunta sería, entonces, cómo se produce ese encuentro en las plataformas. Debemos decir que no es algo que se produzca de manera automática, sino que se hace posible a partir del trabajo constante de un/a tutora/a, que está presente, que cuestiona, consulta, apuntala e interpela. 

En toda propuesta educativa, la planificación es una hipótesis que tiene que ponerse en juego en el momento. En un espacio de formación en línea no puede estar todo predefinido, no podemos poner play y esperar que todo suceda mientras miramos, cruzados de brazos, cómo ocurren las cosas. Sin embargo, este plug and play, es lo que sucede en muchas propuestas de educación en línea. 

Si analizamos, por ejemplo, los cursos MOOC (Massive Online Open Courses) desde el año 2012 hasta la actualidad, vemos que continúan pensándose como una solución a la educación superior, como un modelo de educación en el siglo XXI. Estos cursos abiertos y en línea continúan utilizando a las tecnologías como un puente, como un transmisor de información. 

En este sentido, es importante recordar que la tecnología no es neutral, sino que está cargada de ideologías. Cada uno de los dispositivos que usamos tiene una carga ideológica y, muchas veces, nuestro trabajo consiste en “hackearlos”: usar lo que nos interesa, dejar de lado lo que no nos sirve y construir un espacio de encuentro, de construcción colaborativa, de trabajo. 

El uso de los dispositivos digitales nos retrotrae a la antigua tensión de utilizarlos como una “máquina de enseñar” en la que a los/as estudiantes, frente a una pantalla, se les administra diferentes preguntas y ejercicios a partir del análisis de sus respuestas. De esta manera, con el uso de la “inteligencia artificial” y la “personalización” se vuelve a sacar al sujeto del espacio de construcción colaborativa y comunitaria, para aislarlo. Lo que se logra, en definitiva, es una persona solitaria, frente a una pantalla, trabajando contra el algoritmo de una inteligencia artificial. 

Aunque todavía falta bastante, es innegable que, en algún momento, las inteligencias artificiales lograrán entender el lenguaje humano. Es decir, podrán entender una frase, un párrafo escrito por una persona. En el marco de la educación a distancia, la pregunta que surge es qué postura tomar frente a esa posibilidad. Tal vez, en algún momento, la máquina pueda facilitar y potenciar algunas de las tareas del/la tutor/a: por ejemplo leer un foro y señalar a los/as estudiantes que aportan a la discusión, o a quienes participan en el debate, pero no lo hacen de manera sustancial. No es un escenario imposible. Entonces, la pregunta que permanece es: ¿debemos aceptar o rechazar esta posibilidad? 
 

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