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Windows 8 o cómo producir afasia masiva.

Opinión 21 de Mayo de 2013

Esta semana recibí un regalo de Reyes atrasado (ustedes saben, Parque Chas es un barrio de geografía esquiva)... que es una laptop que trae instalado el Windows 8. En los últimos tiempos estuve distraído, discutiendo con Facebook, las políticas de Apple y el avasallamiento de la intimidad de Google. Los de Microsoft –casi– habían pasado a ser considerados buenos muchachos. Además, Bill Gates, en los últimos tiempos, aparece en las fotos como un adulto mayor, simpático, que ha donado la mitad de su fortuna a causas benéficas y ha reclutado a otros multimillonarios para hacer lo mismo. ¿Qué maldad podría hacer la empresa de un hombre así?

Pero luego de las primeras interacciones con la nueva compu, los planetas se alinearon otra vez en contra de Microsoft. Lo primero que llama la atención del nuevo Windows, es que Windows mató a Windows, y lo que aparece ahora al iniciar la máquina es lo que se denomina una colección de botones, de diferentes colores y tamaños. Que un sistema operativo decida cambiar de pronto la forma en que el usuario interactúa con el equipo, es como si el presidente de un país dijera una buena mañana: "A partir de hoy vamos a cambiar el lenguaje con el que nos comunicamos en el país. El lenguaje que usamos hasta ahora será reemplazado por uno nuevo, más moderno y eficiente, diseñado por unos especialistas que hemos contratado que nos aseguran que realizaron un excelente trabajo. Todo lo que saben hasta ahora... de nada les va a servir para comunicarse con el nuevo lenguaje.

Esa es la sensación que un usuario experimentado en la interfaz de las ventanas tiene al enfrentarse a esta nueva manera de interactuar con la pantalla. La semántica de las ventanas es como el latín: lo comparten tanto Windows (el original), Mac y Linux. Arrastrar, cerrar, maximizar&hellip son funciones comunes y similares que asemejan a estos lenguajes, de la misma forma en que existen estructuras gramaticales compartidas entre todos los idiomas derivados del latín.

Cuando logré navegar por Internet, entonces, lo primero que hice fue buscar en foros de ayuda cómo deshacerse de esa nueva interfaz y recuperar el escritorio, el botón de inicio y el acceso a todas las funciones conocidas para utilizar la computadora. Entonces, lo interesante fue descubrir que prácticamente no existe foro, página o sitio en cualquier idioma que no esté plagado de pedidos de ayuda de usuarios de Win8 que reclaman acceder al escritorio, a los íconos y a las funciones conocidas. Será que los diseñadores y estrategas que decidieron este cambio se habrán recibido vía Moocs...

Pero mis desventuras no terminaron allí. Una vez ya dentro del sistema, se me ocurrió usar la aplicación de mapas. Al abrirse, irrumpió una pregunta: ¿deseas compartir los datos de localización con otras apps? Y bueno, compartir en un verbo tan web 2.0 que uno no puede negarse. Y allí nomás, cuando se abrió el mapa, apareció señalada con precisión la localización de mi casa en mi laberíntico barrio. Pero... pero si en ningún momento puse mi dirección... y en las especificaciones de la máquina no dice que venga con un gps incorporado. Tuve que recurrir otra vez a los foros para ver qué comentaban otros usuarios, y allí descubrí también una buena cantidad de personas preocupadas por esta situación de invasión de la privacidad. En uno de los foros se explicaba cómo penetrar en las entrañas del sistema operativo para desactivar la función de rastreo/seguimiento/localización.

¿Qué lección hemos aprendido? Es posible leer muchas revisiones sobre el nuevo sistema operativo. La mayoría centradas en el notorio aspecto del cambio de la interfaz del usuario y la idea de intentar fusionar la forma de interactuar en una tableta con la forma de interactuar en la pantalla de una compu. Al respecto, Jokob Nielsen, el reconocido gurú de la usabilidad, ha escrito un lapidario review que puede leerse en inglés aquí: http://www.nngroup.com/articles/windows-8-disappointing-usability/.

Seguramente nuestro gurú local, Edu Mercovich tendrá mucho que decir al respecto.

Sin embargo, el asunto de la interfaz es un mal menor. Mucho más preocupante resulta la tendencia en la que el hardware/software que uno adquiere no es de uno. Es decir, que viene programado con su propia agenda y el propietario del producto no sabe o no puede desactivar las funciones que están siendo ejecutadas. Es algo similar a lo que sucede en el mundo de los teléfonos Android, donde al instalar aplicaciones concedemos derechos para que el software instalado se apropie de nuestro hardware, envíe mensajes de texto y realice llamadas telefónicas sin nuestro permiso (hasta alguna aplicación se toma la atribución de usar la cámara de fotos). Sobre esta tendencia se lee y se escucha poco. Recordemos que la tecnología se coconstruye... y los intereses comerciales tienen una gran influencia calibrando el rumbo de su desarrollo. Y finalmente, si no fuera por los blogs o columnas y posteos... ¿dónde uno puede enterarse de que algo es realmente una porquería, ya que los review de las revistas especializadas siempre hablan de lo bueno, de lo novedoso, de la rapidez y de las bondades de lo nuevo sin hacer ninguna crítica profunda?

Y ahora pongo el punto final y apago la computadora... de verdad se apaga o sólo fingirá estar dormida para hurgar entre mis cosas?Los Moocs son una propuesta de cursos masivos, gratuitos y en línea que se han hecho populares gracias a que han sido promovidos por universidades de las Grandes ligas (Harvard, MIT; Cambridge). Estas propuestas en verdad poco pueden aportar a la innovación pedagógica, ya que se basan principalmente en el broadcasting de clases en video y evaluación por multiple choice, done no existe la figura del docente-tutor. En breve habrá columna sobre moocs.

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