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Soplar y hacer moodles

Opinión 23 de Septiembre de 2008

No cabe duda que la aparición de una plataforma abierta como Moodle (y otras menos conocidas
y difundidas) en nuestro ámbito, ha permitido una reestructuración en el campo de la enseñanza en línea. Hasta hace poco tiempo, sea en nuestro país como a nivel mundial, el modelo de negocios más frecuente estaba ocupado por empresas que desarrollaban software a medida, o que vendían las soluciones, llaves en mano, a las instituciones interesadas. Esto significaba en general un gran desembolso inicial y por otra parte estos desarrollos propietarios obligaba a las instituciones a depender siempre de las empresas para realizar modificaciones, ya que sólo ellas tenían "la llave" para hacer los cambios necesarios.

Desde el punto de vista de las empresas lo que se ofrecía eran dos cosas, un campus virtual (software) y, por otra parte, el procesamiento didáctico de los contenidos sobre los cuales trataba el curso. Desde este punto de arranque ya quedaba preconfigurado un modelo de utilización de las plataformas, que en principio serían utilizadas para "subir" o disponer la información (contenidos de los cursos). Este modelo funcionaba muy bien económicamente: las empresas podían mensurar su trabajo a partir de la cantidad de texto e imagen que subirían sumado a las características tecnológicas de las plataformas (considerando las horas de programación y el trabajo requerido para realizarlas). El procesamiento didáctico en este sentido parecía limitarse a darle forma de página web, considerando la extensión, la gráfica y la lectura en pantalla de un texto que había sido concebido para su lectura lineal. En algunos casos podía ser enriquecido con algunas características multimediales (más contenido). Esta tendencia, en principio casi inadvertida, acarrearía consecuencias muy negativas en el futuro.

Cuando todo parecía estar funcionando de maravillas aparece en el escenario Moodle, como la primera aplicación de código abierto que se extendió masivamente. No es el propósito de este posteo analizar las causas de esta difusión exitosa pero me atrevo a enumerar dos causas (sin intención de ser exhaustivo en este análisis).
Moodle tiene una curva de aprendizaje muy fácil. Es decir que, con muy poco esfuerzo inicial, uno puede instalar y abrir un curso. La plataforma rápidamente empieza a responder a los deseos de quien la está utilizando y así con un par de clicks, los cursos están montados, se puede subir toda clase de archivos, linkear con recursos externos, armar foros. Y además todo con una lógica muy cercana a la lógica de las instituciones educativas tal como las conocemos hoy (estructura de cursos, profesores, unidades, evaluaciones... etc.)... ¿qué más se puede pedir? ... es cómo una máquina de la felicidad.
Por otro lado, la plataforma estaba acompañada de un marketing pedagógico que sonaba como música celestial en oídos de cualquier pedagogo. "Moodle es una plataforma constructivista", se explica entre las características de la plataforma. ¿Quién en su sano juicio no adoptaría esta maravilla, que por fin haría realidad el deseo de tener una educación constructivista, a unos clicks de ventaja y además gratuito. Si esto no es la panacea universal... la panacea dónde está?

Pensando y reflexionado más allá de este entusiasmo inicial, sabemos que: una plataforma + contenido + foro + "alguna otra cosa" no es igual a la enseñanza en línea. Una plataforma + contenido + foro + "alguna otra cosa" es como un cadáver, una estructura sin vida. Pensar en un proceso de enseñanza en línea significa repensar los procesos de interacción, de apropiación, de negociación, las estrategias de moderación, de acompañamiento. Enseñar en línea es un proceso tecnológico aun inmaduro, difícil de reconocer y todavía de diferenciar de la simple transmisión de contenidos vía web.

Entonces, esta disponibilidad y facilidad de dominio de la plataforma Moodle se convierte en un arma de doble filo. Si bien es cierto que facilita la instalación y el montaje del curso, esto no es más que una parte, acotada y reducida, de lo que significa concebir un espacio de enseñanza en línea. Antes del montaje es necesario concebir el proceso en su totalidad. La plataforma facilita la estructura, pero ello no debe hacernos olvidar de todo aquello que es necesario. La supuesta facilidad de utilización de Moodle parece ocultarnos la especificidad de los que significa enseñar y aprender en línea. A veces pienso que se está generando una tendencia al asociar al "montar y manejar un Moodle" con el poseer con todas las herramientas necesarias que posibilite "enseñar en línea".

Si queremos concebir un proceso de enseñanza en línea, es necesario poseer algún conocimiento sobre la lógica y del funcionamiento de la plataforma (software), pero el conocimiento del funcionamiento del software poco nos dice de cómo enseñar en línea. Invertir esta ecuación sería como considerar que por manejar un procesador de textos somos escritores o que por conocer el funcionamiento de una hoja de cálculo podemos ejercer como contadores.

Con todo esto quiero alertar sobre la moodlemanía y sus variantes. Sin duda su aparición ha facilitado las cosas en el sentido de que los esfuerzos institucionales pueden focalizarse hacia lo que más importa en la enseñanza en línea y desentenderse de complicaciones técnicas con empresas y programadores; pero caeríamos en un error si pensamos que solamente con el Moodle "ya la hicimos".....hay vida (y mucha) más allá y sin el Moodle.

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