La eterna lucha contra la ingeniería del mal

El sistema operativo que utilizamos en nuestra computadora, no es una decisión que haya sido tomada por los usuarios (en casi todos los casos), aunque sería bueno que cada persona fuera consciente de que es posible decidir cuál es el sistema operativo que utiliza.

Asumiendo que decidimos usar un sistema operativo propietario, porque fue lo que vino con la máquina, lo que nos cargó el técnico, o simplemente porque estaba allí... no sucede lo mismo con los programas que utilizamos. Es bueno, conveniente y saludable tener control y decisión sobre las aplicaciones que usamos. Para cada acción que queramos hacer casi siempre existe más de una alternativa para ejecutarla.

Hace muchos años que descubrí que mi disco duro era escenario de una ensangrentada pelea entre fabricantes de software para convertirse en las aplicaciones por definición para abrir determinados archivos, para arrebatárselas al rival, o para volver a tomar el control sobre los archivos. Así, después de instalar un programa que servía para escuchar la radio, mágicamente todos los archivos de música pasaban a ser abiertos por esa aplicación; después de querer hacer un dibujo todas las imágenes y videos pasaban a ser "propiedad" de otro software.

Al principio sólo fui un testigo ingenuo y pasivo de esta lucha. Después empecé a tomar control de la situación, utilizando las funciones avanzadas de instalación, que aparecen al instalar un programa y que se esconden tras advertencias tales como: "sólo para expertos", "peligro de explosión",  "si hace click aquí corre peligro todo el arsenal nuclear de la ex URSS" o , "¿está seguro de que no prefiere vivir más tranquilo?

Utilizando esta función pude tomar control sobre diversos aspectos de la instalación, entre ellos, en qué carpeta instalar el programa o sobre qué tipo de archivos la  aplicación será la elegida por definición. La ingeniería del mal redobló la apuesta e hizo que esas opciones fueran cada vez más obtusas y difíciles de encontrar. Entonces yo decidí empezar a desterrar programas. A los que les caía el veto ya ni siquiera trataría de instalarlos y buscaría alternativas más ecológicas.
Así, el primer programa que sufrió el destierro por imperialista y cancerígeno fue el Real Player (todavía tenía pelo allá por 1998), y después siguieron el Nero (¿cómo es posible que para grabar cd y dvd hagan un programa que pesa millones de gigas?) el Quicktime (los muchachos de la manzanita son más nocivos que los de MS cuando se trata de acaparar el control de archivos, y últimamente toda la familia de Adobe tiene impedido anidar en mi disco duro.
Para cada uno de estos programas es posible encontrar alternativas más eficientes y ecológicamente correctas, ya sean de código abierto o freeware. Cualquiera de éstas nos puede hacer la vida más sencilla aunque, claro, también podemos optar por usar Linux... (pero esta es otra discusión.)

Comparto algunos de mis programas alternativos, y los invito a compartir los de ustedes.

Navegadores de Internet:

fFrefox
Chrome
Opera


Lector de pfd alternativo al Acrobat Reader: Foxit Reader
(la version premiun permite hacer marcas, subrayar y anotar los archivos)
Estos dos Media Player son de lo más gauchitos, sirven para ejecutar cualquier tipo de archivo de audio o video, sin hacer cuestiones porque falta un codec o porque obliga a actualizar de manera compulsiva. Son tan generosos que hasta ejecutan los archivos que están dentro de archivos comprimidos. Leen incluso el formato de quick time.

Vlc
Kmplayer

Una sencilla aplicación que hace lo que tiene que hacer:
Xpburner: graba cd dvd de datos y audio

7zip:
Una alternativa para trabajar con toda clase de archivos comprimidos (zip, rar...)

Algunos más clásicos pero que vale la pena recordar:

Openoffice La suite de ofimática y Thunderbird, el cliente de email que reemplaza al Outlook.

Ccleaner: Hace limpieza del registro, ordena, controla que programas se cargan al arrancar la máquina


¡Acabemos la tiranía del software!

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