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De cómo usar la tecnología para enseñar y modificar la conducta. La Naranja Mecánica revisitada.

Opinión 8 de Junio de 2012

Durante el fin de semana, el @esquimalpent nos compartió a través de un tuit un artículo publicado en la revista New Scientist la semana del 29 de mayo que daba cuenta de una investigación desarrollada en la Universidad de Wisconsin en Madison: “Mind-reading robot teachers keep students focused

La investigación consiste en programar un robot-tutor de manera que pueda contar una historia a un alumno. Mientras, los alumnos están siendo monitoreados para detectar los niveles de actividad en los centros vinculados a la atención y la concentración. Cuando se detecta un descenso en la actividad en estos centros, se envía una instrucción al robot para que ejecute acciones determinadas que pretenden llamar la atención nuevamente del alumno. Estas acciones pueden ser tales como mover los brazos, gesticular, cambiar el tono de voz. Luego se evaluó si había diferencia en lo que los alumnos habían retenido de la historia contada, comparando los grupos que habían tenido al robot que reaccionaba a la distracción o no. Los resultados pusieron en evidencia que los alumnos que habían oído al robot que reaccionó a su distracción habían retenido más de la historia.

Los científicos concluyen entonces que gracias a este método se abre un enorme potencial para la educación, al poder producir en una escala muy grande tutores personalizados interactivos.

Este es un ejemplo muy polémico e interesante para analizar. En primer lugar, involucra laboratorios y científicos de una reconocida universidad de prestigio (Stanford). Por otro lado, nos permite preguntarnos cuál es el papel que le asignan a la tecnología para construir una "mejor educación".
La respuesta en este caso se empareja con la ilustración que compartí en la charla TEDX Río Limay sobre el aula del futuro. En esa aula, imaginada por un ilustrador japonés de los años 60, las recién conocidas computadoras servirían para comandar pequeños dispositivos robotizados con la capacidad de aplicar algunos golpes de vara a los alumnos que hacen mal su tarea, o los premian en caso de hacerla bien. Es decir, la tecnología es utilizada para reforzar un modelo de enseñanza ya muy discutido, perimido e ineficaz. Y en verdad parece hasta gracioso, por no decir triste, que aún sea posible conseguir fondos para investigar en educación y tecnología bajo estos preceptos.

Pero el artículo comenta algo tal vez más preocupante. Las investigaciones se hacen para expandir y mejorar la educación en línea, porque como se menciona: "El problema con los cursos en línea es que usualmente es imposible saber si el estudiante está concentrado y participando con la tarea". (“The trouble with online courses is that it is usually impossible to know whether the student is concentrating and engaging with the lesson”). Se desprende que para los investigadores la educación en línea consiste en clases frontales donde el profesor, maestro, habla, explica, transmite información y el alumno tiene que mirar y atender la pantalla. Por favor, algún graduado de la Carrera de Especialización del PENT-Flacso que se pueda acercar a Stanford para explicar que educación en línea no son clases frontales expositivas vía Internet, sino construcciones tecno-pedagógicas donde el docente diseña e interviene en espacios de construcción de conocimiento centrada en la actividad de los alumnos. En un curso en línea no es necesario llamar artificialmente la atención del alumno, porque es la propia actividad en la que se ve involucrado lo que genera un estímulo cognitivo para aprender, para trabajar, para debatir y construir junto con sus compañeros.

Para cerrar propositivamente esta columna menciono algunas ideas que sugiero incorporar a la investigación. Una es que entre las conductas de los tutores virtuales incluyan la de ir desnudándose, seguro que con esa técnica van a lograr picos de atención muy altos. También para una versión 2.0 sugiero que la silla en la que esté sentado el alumno pueda reaccionar de acuerdo a la conducta del mismo, así se podría corregir la atención de los alumnos a través de pequeños pellizcones lumbares, o con pequeñas cargas eléctricas en las asentaderas.

Imagen del TEDX Río Limay:
http://www.pinktentacle.com/images/computopia_1.jpg
Shigeru Komatsuzaki
“Computopia: Old visions of a high-tech future”, 1969

 

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